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miércoles, 3 de marzo de 2010

Estigmatización de la santería en México



De origen cubano, la santería en México es una práctica religiosa que ha sido estigmatizada por la mala imagen que ha prevalecido en el imaginario público, vinculada con el satanismo y la delincuencia. Pero a nivel antropológico, representa un elemento que da explicaciones subjetivas a las enfermedades ligadas con el mundo sobrenatural, y cuyo ejercicio representa un factor de identidad cultural basada en una estructura jerárquica definida.

Su incorporación a México se remonta hacia los años sesenta, tras la Revolución Cubana, con las olas migratorias de cubanos hacia los Estados Unidos, se propició la incursión de los primeros mexicanos que se iniciaron en la santería.



No obstante que en los años ochenta sus adeptos iban en aumento, —aunque de manera oculta—, en los años noventa el escándalo de los llamados narcosatánicos de Matamoros, Tamaulipas, propició que los medios de comunicación de la época distorsionaran el sentido de la santería, al asociarla de manera ambigua con el satanismo, la delincuencia y el narcotráfico.

“Desafortunadamente comienza con una mala imagen evidentemente distorsionada por todas estas representaciones cinematográficas, particularmente enmarcadas en el sacrifico de animales que involucran ciertos rituales”, y ahí salió a colación el acercamiento de personajes políticos, señala la antropóloga social Nahayeilli Juárez Huet.



Pese a esta estigmatización, en la actualidad México y en particular su capital, figura como un país receptor y difusor importante de la santería, donde predomina la tendencia a considerar a Cuba como la fuente de origen de esta práctica religiosa.

Al participar en el Congreso Internacional Poblaciones de origen africano en México y Centroamérica, organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y que se tiene lugar en el Puerto de Veracruz, la investigadora señaló que contrario a lo que se suele pensar, donde esta religión se vincula más con las comunidades de las costas, hoy sus mayores adeptos se registran en la Ciudad de México.



“El Distrito Federal se ha convertido en un punto nodal para el desarrollo de la santería, cada vez es mas visible de lo que uno de imagina, sin que pierda esa familiaridad con Cuba. Además no sólo se ha concentrado en un solo estrato social, porque puedes encontrar desde gente de la alta élite política hasta la de menor estrato económico”.

Debido a que la santería no esta reconocida como religión ni puede acceder a un estatus de asociación religiosa por los candados que tiene la ley en la materia, no hay un registro del número de santeros en la Ciudad de México.



“Desde Las Lomas hasta Tepito, la presencia de los santeros esta ahí. Lo interesente es que no se trata de una práctica que se asocie a un estrato social o a una zona exclusivamente. Porque lo que en realidad comenzó con la clase media alta, de elites artísticas y políticas, fue diversificándose hasta llegar a las más bajas.

La incorporación social de ésta práctica, fue de arriba hacia abajo, acota la investigadora al precisar que su práctica sigue dándose en un sentido discrecional, porque en la imaginería sigue esa idea errónea, donde se dice que los santeros son brujos, pero ello no impide que el público los consulten.

En su exposición titulada Redes trasnacionales y la reafricanización de la santería en la Ciudad de México, Suárez Huet, puntualizó que si bien esta práctica no esta legalmente reconocida como una religión, desde el punto de vista de la antropología está relacionada con un sentido orientado a dar una explicación subjetiva a los padecimientos físicos, al vincularlos con el mundo sobrenatural y sistemas milenarios de curación.

Asimismo, en el caso de los santeros, su ejercicio representa un factor de identidad cultural, basada en un sistema de familias rituales, donde tras el rito de iniciación cada individuo se incorpora dentro de una estructura jerárquica, dándole pertenencia a un linaje vinculado con los ancestros.



“Esa identidad cultural esta basada en la figura de familia de religión, a la que se accede después del rito de paso, donde quien te inicia se vuelve tu madre o padre simbólico, es decir tu padrino o madrina, y quien a partir de ese momento se encargará de enseñarte toda la practica ritual, asociada a tu nivel jerárquico”.

“Se trata de una religión iniciativa, donde a cada nivel jerárquico corresponde un determinado conocimiento y el derecho de tener ciertas capacidades rituales. Una ceremonia de iniciación dura en términos generales siete días y ello implica el trabajo de mucha gente para hacer la ceremonia y eso le da a quien ingresa una pertenencia a un linaje ritual genealógico vinculado con Cuba, donde se rinde el culto a los ancestros”, abunda la especialista del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social del Oriente.

Juárez Huet refiere que una de las particularidades de analizar a la santería como un proceso trasnacional, es resaltar las particularidades que esta cobra en sus diferentes contextos de implantación. “No se puede pensar que la santería se mantiene intacta y va desplazándose inmaculada. Cuando llegó a México empezó a incorporar elementos de nuestro contexto cultural, al grado de convertirse en una práctica complementaria a otros sistemas de creencias como el catolicismo, del cual ha adoptado algunos elementos”, menciona.

En lo referente a la presencia de la parte africana de la santería en México, la antropóloga manifiesta que a diferencia a lo que sucede en otros contextos la santería aquí, no está vinculada de manera directa con narrativas identitarias que reivindiquen un origen africano, por lo menos entre sus practicantes.

“La santería trascendió más allá de su filiación étnica desde principios del XX, ahora es abierta, los santeros mexicanos reproducen en sus discursos esta noción del mestizaje, de lo español y lo indígena, pero la parte africana no esta presente directamente, sólo a través de la reminiscencia cubana”, indica al comentar que todos los santeros mexicanos trazan su linaje genealógico ritual se remite a Cuba.

No obstante, actualmente se observa un proceso de internacional de “reafricanización” de la santería, entendido como un esfuerzo por intelectualizar su práctica, a través del aprendizaje de la cultura yoruba y depurarla de elementos cristianos o católicos que se han incorporado con el tiempo.

“No se refiere a querer ser africano o reivindicar un origen étnico, sino al aprendizaje de aspectos de esa cultura, por lo menos de la lengua yoruba el uso ritual. De esta manera más santeros mexicanos comienzan a interesarse en contactar e iniciarse con sacerdotes nigerianos”; concluyó.



(Fuente: http://dti.inah.gob.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=922&Itemid=329)

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